lunes, 17 de mayo de 2010

Ética Empresarial en el Trabajador.

La ética empresarial es responsabilidad del trabajador, y no exclusivamente del administrador (jefe); éste último estará condicionado por las decisiones del primero.

Así es como la ética empresarial deja de ser un obstáculo y se transforma en una oportunidad para el administrador de mejorar sus ganancias y una oportunidad para el trabajador de vivir mejor. Lo anterior se fundamenta en los principios de la visión sistémica: es decir, las variables constituyentes de un sistema interaccionan entre sí de manera recíproca obteniendo como resultado un nuevo estado beneficioso para ambos.

Una de las variables que el trabajador puede considerar, a modo de ejemplo, es la cantidad de horas diarias (o semanales) que puede dedicar a las actividades laborales, incluso tomando en cuenta el tiempo que ocupa en el traslado desde su casa al trabajo y viceversa. Esto quiere decir que, en la mayor parte de los casos, aumentar las horas de trabajo no significa mejorar la calidad de vida a través del dinero. Tal es la situación de algunos padres que llegan a casa sólo a dormir, porque aducen su extensa jornada laboral a su “preocupación” por el bienestar de la familia y contradiciéndose por el hecho de no tener tiempo para compartir con esposa e hijos

El trabajador debe discurrir, además, que los ingresos no sólo pueden ser monetarios sino que también valóricos. Una correcta distribución del salario ganado (y tiempo de ocio) puede mejorar la calidad de vida de manera más eficaz que el simple consumismo impuesto por los medios de comunicación, e incluso puede resultar beneficioso para el desempeño laboral. Por ejemplo, “una noche de alcohol” con los amigos está fuera de la honesta diversión si el sujeto debe ir a trabajar a la mañana siguiente; o el ejemplo contrario: no poder ver la anhelada película porque el horario laboral no lo permite y, sin embargo, días más tarde ausentarse al trabajo por padecer depresión o estrés.

La libertad como acción es parte de la ética del trabajador, donde éste es capaz de elegir (asumir una postura ética) sin importar la coerción que exista en el sistema social. Según la Teoría de la Conspiración, la cesantía puede ser inducida en un sistema social con tal de abaratar los costos de la mano de obra. Pero esta objeción tampoco es un llamado al sindicalismo, sino que a algo más simple: al trabajador le corresponde elegir cuál será su postura frente al salario, aceptándolo o rechazándolo, de manera parcial o permanentemente. Que “los tiempos estén difíciles” (crisis) no es argumento suficiente para someterse a los mandatos de un administrador; puesto que si el trabajador se resigna, dará la pauta para que los administradores sean capaces de crear una situación de crisis en el sistema obteniendo ganancias a costa de la desesperación de los trabajadores.

Otra variable importante es la dignidad humana, cuya controvertida definición se hace más clara cuando se padece la injusticia; llegando a situaciones “angustiantes” como el endeudamiento (en que se induce al trabajador a variar su propio precio por debajo de lo que él mismo acepta). Y, a pesar de lo anterior, el trabajador a toda costa debe entender que el endeudamiento no tiene que hacerle creer que él cuesta menos de lo que vale (precio vs valor).

También, hay que tomar en cuenta la manera en que el trabajador invierte su dinero: los egresos del trabajador son mejor aprovechados si se invierte en otros trabajadores en su mismo “nivel”; es decir, el sistema económico es mucho más justo cuando el trabajador es capaz, por ejemplo, de comprar un kilo de pan en la panadería del barrio antes que en la cadena de supermercados vigente. Aunque lo primero tenga más precio que lo segundo, el valor del dinero es mayor para el vendedor del barrio; pues la panadería da trabajo y sustento directamente a una o varias familias, mientras que la cadena de supermercado lleva sus utilidades directamente a los accionistas. Esta recomendación, orientada al trabajador, evita el monopolio (la “dominación” del bien que Michael Walzer advertía).

Y por último, según todo lo visto: una educación de calidad no se recibe pasivamente. En el modelo neoliberal, la información a modo de “conocimiento” se le busca activamente; y, obviamente, la información muchas veces es más valiosa de lo que cuesta (valor vs precio). La “falsa educación” es un producto de mercado que se obtiene de manera barata y se vende a mayor precio con el único propósito de reducir la movilidad social y provocar el ya mencionado endeudamiento. La ignorancia es cómplice de la desigualdad social. El trabajador y el administrador deben educarse mutuamente sin importar el precio, pues la ganancia es recíproca más allá de lo monetario; la ética vista como justicia se consigue cuando hay interacción recíproca entre los elementos del sistema y no en el conflicto.

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Pincheira Sánchez, Yerko. "Ética Empresarial y Sueldo Ético: Replantear Conceptos desde una Visión Sistémica", pag. 65-67. Universidad de Playa Ancha, Chile (2008)


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2 comentarios:

  1. En la simpleza está la genialidad. Te felicito por los consejos.

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  2. Mientras el Estado hace politiquería con grandes reformas laborales, en este artículo vemos como el trabajador puede ser el verdadero dueño de su destino, mediante una "postura ética".

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